viernes, febrero 20, 2009

Acerca de la victoria de enmienda


Una de las lecturas que se le puede dar al resultado del pasado domingo 15 de febrero es que el país está lejos de terminarse, por lo menos para los de una opción y aún más lejos de consolidarse, como lo piensa la otra parte.

Si bien es cierto, la oposición fue derrotada, sin lugar a dudas, es en la calidad de la derrota y de la victoria en donde debemos reparar, pues en democracia, en la cual a duras penas estamos, las formas importan porque ellas significan, al final de cuentas, en cómo llegamos al fondo.

En primer lugar, el presidente elije tácticamente (Chávez es un excelente táctico pero un pésimo estratega) la realización del referéndum antes de finalizar el primer trimestre del año. Lo que le asegura una doble ventaja; poder tener una campaña sin los coletazos reales de la crisis económica mundial y tomar a la oposición sin capacidad económica de contraataque, más que el apoyo de algunos medios de comunicación y decimos algunos porque a diferencia de lo argumentado por el oficialismo, el gobierno controla un significativo número de medios radioeléctricos e impresos con sus correspondientes cadenas de distribución y circuitos, además de apoyarse en la red comunicacional de CANTV y MOVILNET (esto por los mensajes de Chávez recibidos por los usuarios de este servicio el domingo cerca de la 5pm).

En segundo lugar y además de lo anterior, el gobierno controla el presupuesto nacional y es imposible hacer siquiera el esfuerzo de medirse con semejante monstruo de dinero botado a manos llenas sin el menor pudor, en función de un resultado que hasta puede considerarse estúpido si lo contrastamos con la cantidad de dinero invertido. Y es que no solamente el presupuesto de la nación se coloca al servicio de una parcialidad, es todo el aparato institucional y recurso humano que bien se obliga o chantajea para cumplir lo que por naturaleza corresponde al comando de un partido político. La coerción y el miedo son grandes ingredientes de la campaña oficial. Esto no es definitivo porque hay algunas personas que tienen dignidad, pero la acción suma algunos votos más y en definitiva la acumulación de estas travesuras las que dan la diferencia holgada.

En este punto podríamos pensar que la avasalladora campaña por el SI, con presencia hegemónica en todos los medios, cadenas de por medio, tiene resultados en la psiquis del individuo (como le encantaría a Mario Silva que esto fuera así) es decir, puede influenciar su capacidad de decisión sobre por cuál opción votar. Lamentablemente para los excelsos comunicólogos del gobierno, esos que creen en la programación de los cerebros a través de la tele y en la publicidad subliminal, la decisión ya está tomada por parte de los electores, tanto los del SI como los del NO. La diferencia es que la presencia de propaganda hasta en el metro tiene la intención de desesperanzar y motivar a los que están en contra y motivar con el sentido de triunfalismo a los propios. Algunas otras mentes débiles que no toman o dicen no querer tomar partido, también se ven afectados por el pensamiento “pa’que voy a votar si vamos a perder”

Entonces estamos claros que el SI, se la jugaba con todo ante una oposición que había “sufrido” en demasía para ir unida a unas regionales, en donde, aunque el gobierno no lo vea así, salió con importantes victorias, pues de 2 gobernaciones, pasó a 5 más unas significativas posiciones en el espectro capitalino.

En el caso de la oposición, la derrota, derrota es y no tiene consuelo. Pero bien puede extraer de esta derrota el aprendizaje necesario para continuar en la lucha por construir una opción distinta. ¿Y qué demonios podría rescatar de lo que parece una derrota total? Listamos a continuación: en 1º lugar el hecho de haber peleado tan valientemente con semejante abuso y ventajismo oficial sin amilanarse y haber llegado con la moral en alto al día de la elección. Mediante esta actitud se construye el símbolo de resistencia y la convicción de que se lucha por algo más que ganar una elección.

En segundo lugar el haber trabajado unificadamente como una gran organización en donde ninguno se atribuía la responsabilidad de ser el artífice del movimiento. Esto supone, al menos simbólicamente, de un desprendimiento por la figuración y un compromiso con los verdaderos valores socialdemócratas. Además es una señal de respeto de los partidos constituidos, para con los estudiantes que ante semejante empresa, dieron la cara y significaron ruptura con el pasado de la llamada oposición “golpista”. Además, el salir a aceptar la derrota, por cada uno de los organizadores de la oposición cierra la idea de que no hay un “líder” organizador y mesiánico, pero si participantes del movimiento que asumen las responsabilidades y proyectan la acción a futuro. Esto es símbolo de cambio y conciencia sobre lo que en realidad representa el país democrático.

El tercer ítem a rescatar del campo de batalla en donde cayó el NO, es la cantidad de votantes que suscribieron esta opción y el resultado final de la votación, tomando en cuenta la abstención. La oposición rompió la barrera de los 5 millones de votantes mientras que el chavismo le faltó un millón para la suya de 7. Esto significa y mucho. Significa que la oposición fortalece sus filas y en este caso hay que mencionar que no media ni coerción, ni corporativismo, ni algún otra razón crematística. Sólo la convicción de que se elige lo mejor para el país y la esperanza en la construcción de una democracia social y civil, lejos de la bota. Estas razones del punto de vista psicológico, son más fuertes y mantienen a los que siguen la opción distinta al oficialismo, cohesionados en torno a sus creencias.

Para cerrar, y haciéndolo en jerga militar que tanto gusta al presidente, la oposición perdió tácticamente la batalla, pero estratégicamente ganó posición dentro del electorado y se empieza a conformar, más allá de partidos y actores políticos, en una opción real en tanto simboliza los deseos de una sociedad moderna que quiere, más allá de las ideologías, un país amplio, democrático en donde los habitantes puedan desarrollarse al máximo sin la necesidad de seguir a un partido o peor aún, a un mesías. Para la oposición, el próximo movimiento táctico es llegar a los lugares donde su mensaje de conciencia no se entiende. Este lugar es el campo.

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